Para organizar la Fórmula Uno en la Ciudad de México se destinarán casi 3 mil millones de pesos provenientes de impuestos. Tanto el gobierno federal como el capitalino aseguran que será una buena inversión, pero los únicos beneficiados claros hasta el momento son el dueño de la F1, la compañía que trae la carrera y su subsidiaria Ocesa, a la que le ampliaron la concesión de la Ciudad Deportiva en la Magdalena Mixhuca.
La realización del Gran Premio de Fórmula 1 en la Ciudad de México –que no se había celebrado en el país durante 23 años– está cobijada por el gobierno capitalino, que lo promovió; el federal, que desembolsará 210 millones de dólares (2 mil 730 millones de pesos), y la iniciativa privada: la Corporación Interamericana de Entretenimiento (CIE) pondrá 150 millones de dólares (mil 950 millones de pesos) durante los próximos cinco años por los derechos comerciales de la máxima carrera del automovilismo deportivo.
Esto significa que, durante los años que se celebrará el Gran Premio (GP) mexicano –entre 2015 y 2019– se pagarán anualmente 72 millones de dólares (936 millones de pesos) al dueño de los derechos de comercialización del serial, Bernie Ecclestone. Es decir, en total se erogarán 360 millones de dólares (4 mil 680 millones de pesos) provenientes del gobierno federal y la iniciativa privada.
En contraparte, los implicados prevén una derrama económica anual de 399 millones de dólares (5 mil 187 millones de pesos), la creación de 18 mil empleos temporales, directos e indirectos, y la presencia de al menos 180 mil espectadores, de acuerdo con las estimaciones que la secretaria de Turismo federal, Claudia Ruiz Massieu, compartió a los medios de comunicación el miércoles 23, cuando se hizo oficial el regreso de la F1.
Ahora bien, el pago que hará México a Formula One Management –la empresa de Ecclestone encargada de vender los derechos comerciales de la F1– es casi el doble del que depositará el gobierno de Canadá para realizar el Grand Prix durante10 años. De acuerdo con el periódico Excélsior, Canadá entregará 168 millones de dólares.
En 2013, la revista especializada en finanzas Forbes difundió el estudio Formula One’s new urban economies, realizado por la Universidad de Quebec, en Canadá. Ahí se detalla que la empresa de Ecclestone, quien posee los derechos de la carrera desde 1978, suele ofrecer distintas tarifas.
El análisis detalla que, en un primer listado, se encuentran los “viejos” GP, como el de Alemania, cuyo pago varía entre los 12 y 15 millones de dólares. Después vienen los GP llamados “tradicionales”, entre los que se encuentran países como Japón y Brasil. Simplemente por tener esa etiqueta cubren una cuota anual que oscila entre los 15 y los 38 millones de dólares. Al final están las naciones noveles, como México, que deben soltar al menos 40 millones de dólares.
En septiembre pasado, el vicepresidente de la Federación Internacional de Automovilismo (FIA), el mexicano José Abed, director de la Organización del GP de México entre 1986 y 1992, declaró a la revista especializada Autoweek que traer una carrera de F1 al país representa un costo total de 50 millones de dólares.
Abed, también titular de la Organización Mexicana del Deporte Automovilístico Internacional (Omdai), precisó: “La inversión que requiere el autódromo está sobre los 20 millones de dólares y el arreglo económico, que se hace directo con Bernie Ecclestone, ronda los 30 millones de dólares”.
Las cifras se quedaron cortas. El gobierno de Enrique Peña Nieto deberá pagar mucho más por traer de vuelta el Gran Premio de la F1, que celebró su última carrera en México el 22 de marzo de 1992 en el autódromo Hermanos Rodríguez.
“El presidente quería con esto que México se proyectara al mundo como un país moderno”, dijo Ruiz Massieu, pero el llamado “gran circo” parece diseñado para generar ganancias privadas mediante el pago de recursos públicos.
Costo-beneficio
El primer beneficiado será la CIE, presidida por Alejandro Soberón Kuri, responsable de negociar con la empresa de Ecclestone.
La CIE se encargará de remodelar el autódromo Hermanos Rodríguez, ubicado en la Ciudad Deportiva de la Magdalena Mixhuca. A cambio le corresponderá la totalidad del boletaje que se venda durante los tres días del encuentro. También se quedará con las ganancias derivadas de la explotación comercial de la carrera, la venta de bebidas y alimentos y, en general, con todo lo que concierne al recinto del automovilismo deportivo.
El gobierno federal, por su parte, se compromete a pagar, cada año, 42 millones de dólares a través del Consejo de Promoción Turística de México (CPTM), dependiente de la Secretaría de Turismo, reveló Claudia Ruiz Massieu. Los 30 millones restantes serán entregados por CIE. La tercera parte involucrada, el gobierno del Distrito Federal, aportará las “vías y apoyos necesarios”. No colaborará en el pago de los 42 millones de dólares.
De acuerdo con Horacio de la Vega –el vocero de la F1 designado por el jefe de Gobierno del Distrito Federal (GDF), Miguel Ángel Mancera–, la administración capitalina sólo invertirá “en la remodelación restante de las instalaciones de la Ciudad Deportiva”, al margen del autódromo donde se llevarán a cabo las carreras.
Paralelamente, el retorno del GP de México implica la salida del equipo de beisbol profesional Diablos Rojos, cuyo propietario, Alfredo Harp Helú, ya fue notificado de que, a partir del próximo año, su novena ya no tendrá cabida en su sede actual, el Foro Sol. Dicho escenario es administrado por CIE a través de Ocesa, una de sus empresas subsidiarias y titular de la concesión de gran parte de la Ciudad Deportiva.
El GDF, por otro lado, ya analiza alternativas para que el equipo de beisbol no abandone la ciudad, informa en entrevista De la Vega, vínculo entre los gobiernos y la CIE.
El también director general del Instituto del Deporte del Distrito Federal asegura que la Ciudad de México será la gran beneficiada. Afirma que la F1 será como “un pay dividido en tres”, que disfrutarán el gobierno federal, el capitalino y la CIE. Cada pedazo del pastel, continúa, implica un beneficio y una responsabilidad.
De la Vega insiste en que la Ciudad de México no dará dinero a Ecclestone, por lo que será, por mucho, la que más ganará: “Se generarán cerca de 18 mil empleos directos e indirectos, según estadísticas del documento oficial Formula money, fórmula de dinero, de la Fórmula 1. Se trata de promedios de lo obtenido en otras ciudades. Habrá también una derrama económica de aproximadamente 400 millones de dólares anuales”.
El vocero explica que serán utilizadas 90% de las 150 hectáreas que conforman el complejo de la Ciudad Deportiva. Por esta razón, acepta que la alianza entre el gobierno y la CIE amplía a Ocesa la concesión de gran parte de la Ciudad Deportiva. El nuevo convenio estará vigente de 2015 a 2019.
“Nuestro compromiso va más en función de la modernización de la Ciudad Deportiva. Pretendemos transformarla en algo útil, totalmente rehabilitada con espacios nuevos, que comulgue perfectamente con el proyecto de la Fórmula 1 respecto de la inversión que hará la CIE en el autódromo”, apunta.
El negocio y los frenos
El proyecto para traer de regreso el GP comenzó a gestarse hace dos años, cuando la CIE, por conducto de Alejandro Soberón, se acercó a José Abed con la intención de que lo relacionara con Ecclestone, relata el presidente de la Comisión de Circuitos y Seguridad de la FIA para México y América Latina, Julián Abed, hermano del vicepresidente del organismo automovilístico.
El GP de México se disputó en su primera época en el autódromo Hermanos Rodríguez entre 1962 y 1970. La categoría retornó al país de la mano de los hermanos Abed, quienes además de diseñar el actual trazado de la pista organizaron la carrera de 1986 a 1992.
Julián Abed recuerda que la última interrupción se dio porque el entonces regidor del DF, el priista Manuel Camacho Solís, les impidió continuar en el calendario anual de la F1. “En aquel tiempo estaba la problemática de la contaminación, y la última carrera (1992) se hizo condicionada por el gobierno capitalino: nos dejó realizarla porque ya estaba muy adelantada, pero le quitó algunas vueltas de las que estaban programadas”.
Para conseguir la autorización, el gobierno de Camacho Solís dialogó directamente con Bernie Ecclestone. “Fue así como se pudo sacar el evento, pero se acordó que ya no se podía seguir realizando la Fórmula 1. Por lo tanto soltamos la concesión del autódromo, que ya no nos interesaba. Se la dieron al promotor Michel Jourdain, quien a su vez se la vendió a Ocesa”.
–¿Faltó disponibilidad de Camacho Solís? –se le pregunta.
–No es criticable. Hubiera sido fantástico que se siguiera realizando el Gran Premio. Como organizadores decidimos poner punto final, y ahora en nuestra posición de autoridades del automovilismo deportivo tenemos muchas responsabilidades en la Fórmula 1.
“No me quejo de Camacho Solís. Es un gran político. Lo conocí hace 25 años y sigue siendo una gente muy fuerte que siempre está a la cabeza de los partidos, y cambia de partidos, pues entiendo que así es la política.”
–En ese momento no hubo forma de convencerlo…
–Los jefes son jefes, y si se equivocan vuelven a mandar. Si no, ¿para qué queremos jefes?
–¿Hicieron algún estudio para dimensionar los niveles de la contaminación en la ciudad?
–Eran tiempos en que estaba muy fuerte la contaminación. No sé si más que ahora o menos, pero actualmente existen otros mecanismos contra el smog. Cada cosa en su tiempo y en su momento.
–¿Es rentable formar parte de la Fórmula 1? –se le inquiere en referencia a las cifras optimistas que dan los gobiernos federal y capitalino.
–Sólo después de varios años. El primer y el segundo año, nunca. Luego depende de lo que se haya invertido, porque así nos pasó: primero invertimos, después se empezó a recuperar y en el sexto año ya estábamos en ceros. Para el séptimo año hubiéramos comenzado a ganar. A lo mejor si sólo lo hubiéramos tenido durante cinco años habríamos perdido.
Como sea, a los hermanos Abed ya no les interesa retomar la carrera. “Ni estuvimos ni estamos interesados en ser los promotores de la Fórmula 1”.